La escena death metalera europea a inicios de los ’90 era un
hervidero. A finales de los ’80 se había
generado una corriente extrema que con
mayor o menor repercusión, se desligaba progresivamente del thrash para abrazar
la malévola e inmisericorde guadaña con la que el metal azotaría al mundo
durante el primer trienio de la década. Como sabemos, fueron Suecia, Finlandia,
Holanda y Reino Unido los que iban a
epitomizar la inmensa mayoría de las formaciones punteras de este movimiento en el viejo
continente.
Es en la Pérfida Albión donde allá por 1989 surge una de las
viejas glorias de la old school británica, BENEDICTION. Es en este mismo año,
cuando graban su primera maqueta, que con el tiempo daría nombre también a su
cuarto trabajo, The Dreams You Dread.
En 1990 publican su primer lp, Subconcious
Terror, que contó con el bueno de Barney
Greenway a las voces. Para The Grand
Leveller (1991), su siguiente obra,
reclutan a Dave Ingram y
firman el que para muchos es su obra definitiva.
Ya sin cambios en la formación, se lanzan a por su tercer
disco, ése que tenía que confirmar las buenas expectativas generadas con sus
dos obras anteriores y por supuesto, asentarlos de forma definitiva como una de
las bandas punteras del género en las Islas y que, de paso, aspiraba (sin
éxito-todo hay que decirlo) a no estar a la sombra de uno de los patriarcas del
género, quién si no que los majestuosos BOLT THROWER, tarea ardua difícil, dado
el grado de magnificencia y originalidad logrado por los jodidos genios de Coventry en sus publicaciones.
A pesar de no alcanzar jamás a lo largo de su trayectoria
las cotas de los chicos de Willets y
Cía., BENEDICTION salen muy airosos del
envite con Transcend The Rubicon, un
poderoso y adictivo lp donde los ingleses pusieron toda la carne en el asador,
que engancha desde su impresionante portada, obra del brillante pincel de Dan Seagrave, aspecto que indudablemente hace que el disco sume
puntos a la hora de considerarlo un clásico del género. El título de la obra
también tiene su qué, pues fue tras cruzar el río Rubicón cuando el emperador romano
Julio César pronunció aquel famoso “alea
Iacta est”, que venía a significar que “la suerte está echada”, por lo que podemos aventurarnos a reafirmar
la importancia que este lp podía tener en el devenir de la banda, siendo este
1993 un punto de inflexión en su carrera, su particular “now or never”.
Desde un punto de vista musical, este tercer trabajo es más
accesible que los anteriores; levantan un pelín el pie del acelerador y rebajan
unas gotitas la agresividad y crudeza de su obra anterior para ganar en
contundencia y aplastarnos el cráneo con el impresionante trabajo en las
guitarras rítmicas. Cadencias arrastradas como el inicio de Violation Of Domain o los ritmos
entrecortados que pueblan buena parte de los tracks son excelente muestra de ello; la cátedra que sientan a dúo
los hachazos de Rew y Brooks dejan en pañales a gran parte de
la caterva de meapilas que pululan por el metal extremo hoy en día, que no
saben más que mezclar géneros sin sentido como si de una cazuela de arroz se
tratara.
En definitiva, aquel que se atreva a darle cera al disco se
va a encontrar una obra con un desarrollo constante, sin altibajos, BENEDICTION
no se anda con florituras y nos ofrece un death metal a la vieja escuela de
composiciones sobrias y ortodoxa estructuración, un trabajo que quita el hipo
si atendemos a las seis cuerdas y a la
feroz interpretación de Dave Ingram,
menudo vozarrón se gasta el amigo. Resulta complicado destacar un tema sobre
otro, puesto que aquí todo es de notable alto, pero si queréis llevaros una
idea de lo que os puede ofrecer este pedazo de caramelo, echadle una escucha a
las atroces I Bow To None y Blood From Stone, piezas que ofrecen
una buena muestra de lo descrito poco más arriba.
84/100
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué te parece la entrada?