VIAJE A 800 volvía a la
ciudad de la Alhambra con dos importantes novedades bajo el brazo.
Por un lado, la publicación de su tercer lp, el 100% recomendable
Coñac Oxigenado (Alone Records, 2012). Por otro, esta gira de los
algecireños suponía el punto y final a su carrera, bajonazo tremendo para aquellos que seguimos a la banda, ya que se nos va, sin ningún
género de dudas, una de las formaciones más destacadas de la escena nacional.
A pesar del disgusto por la inminente separación de los autores de
algunas de las composiciones más brillantes que se han parido en
España en las dos últimas décadas, nos queda el consuelo de haber
podido disfrutar como cerdos de sus últimas descargas y de haber
triturado como auténticas pirañas su exigua pero impresionante
discografía.
Los encargados de abrir
la velada fueron PIÑATA, quienes presentaron en la Sala el
Tren su potente descarga stoner. Tras los
levantinos, llegó el turno de ORTHODOX. Curtidos ya en mil batallas, nos azotaron con su particular y original estilo, crisol que combina
el doom más lúgubre con trazas de ambient, drone
y jazz. Saturación y oscuridad, desarrollos instrumentales
extensos con un punto de improvisación, envuelto todo ello en un
halo de misticismo que no acabó de conectar totalmente con los
asistentes (en su mayoría desplazados para ver al cabeza de cartel),
a pesar de destrozarnos literalmente los tímpanos con las
monumentales “Hani Ba'al” y “Matse Avatar”,
por poner un par de ejemplos destacados.
Sin llegar a cubrir la
mitad del aforo y en un ambiente bastante gélido, casi familiar
apuntaría, llegaba el momento de degustar el plato fuerte de la
velada. VIAJE A 800 se despedían de nosotros para siempre e
hicieron todo lo posible por dejarnos un buen sabor de boca. ¡Y vaya
si lo consiguieron! Es cierto que con el excelso puñado de canciones
que manejan es indudable que todo es más sencillo, pero es que la
actitud y el compromiso mostrado en éste, su penúltimo show, fue
encomiable.
Los algecireños
comenzaron con “Luto” un recorrido por sus tres lps. Tras
la sutil introducción , le llegó el turno a otro corte de Estampida
de Trombones (Alone Records, 2007), “El Amor es un Perro del
Infierno” que nos mostraba a una banda perfectamente
conjuntada, con un sonido compacto, hecho que se reafirmó en la
acojonante “Patio Custodio”, eléctrica composición
instrumental cargada de riffs demoledores y cuya sección final in
crescendo hizo las delicias del
personal. Con la desafiante y metálica “Ni
Perdón, ni Olvido”, pudimos comprobar cómo funciona su nuevo disco en directo, del que también
cayeron “Tagarnina
Blues” y, ya en los
bises, la ecléctica y arriesgada "Oculi
Omnium in te Sperant Domine”, todas
ellas recibidas de forma positiva por los asistentes, en especial
esta última. “Oculi...”
resume a la perfección la genuina propuesta de esta banda que
trasciende modas y estilos, capaces de hibridar de forma brillante y
creíble los sonidos desérticos, la psicodelia o el prog
con palmas flamencas.
Y si las canciones del último disco nos sonaron a gloria, qué decir de aquellas primeras piezas con las que comenzaron a despuntar hace ya unos cuantos años. "Higomon”, “Largo Beso Recto”, “Roto Blues”, “Valiums” e “Inmensa" (¡Menudo repoker!) aportaron un aura solemne y nostálgico difícil de describir con palabras, pues sonaron a homenaje a una trayectoria y a una etapa que desgraciadamente se cierra. Pero las sorpresas agradables no se terminaron aquí. Previo a los bises, Antonio Arias (LAGARTIJA NICK) subió al escenario para cantar el tema de su banda “El Amor es la Víctima”, muestra de respeto y admiración de los de la Bahía hacia la formación granadina de la que tanto han bebido.
Tras un breve descanso, la ya comentada "Oculi Omnium in te Sperant Domine” abrió los bises e incluyó un apabullante solo de batería que nos sirvió para descubrir, por si no lo habíamos percibido con anterioridad, la enorme pegada de la bestia parda tras los parches, elemento fundamental en el trío y que conformó junto con Poti una base rítmica imponente. Mención aparte para José Ángel, virtuoso a las seis cuerdas, que hizo las delicias del público con un derroche de feeling, carisma y entrega. Para el final, nos brindaron otra increíble andanada stoner de su debut, "Solo", y, de colofón, las punzantes notas y afiladas guitarras del himno "Los Ángeles que Hay en mi Piel", ya con el público totalmente entregado, nos anunciaron aquello que ya habían cantado otros ilustres andaluces y que durante las dos horas que duró la actuación habíamos obviado, y es que, inevitablemente, todo tiene su fin Este último trallazo supuso un excelente epílogo, un broche final inolvidable a una velada redonda de una nave colosal, cuyo trayecto llega, tras algunas tempestades y unas cuantas batallas ganadas, a su estación final.
Long live VIAJE A 800!!!
Y si las canciones del último disco nos sonaron a gloria, qué decir de aquellas primeras piezas con las que comenzaron a despuntar hace ya unos cuantos años. "Higomon”, “Largo Beso Recto”, “Roto Blues”, “Valiums” e “Inmensa" (¡Menudo repoker!) aportaron un aura solemne y nostálgico difícil de describir con palabras, pues sonaron a homenaje a una trayectoria y a una etapa que desgraciadamente se cierra. Pero las sorpresas agradables no se terminaron aquí. Previo a los bises, Antonio Arias (LAGARTIJA NICK) subió al escenario para cantar el tema de su banda “El Amor es la Víctima”, muestra de respeto y admiración de los de la Bahía hacia la formación granadina de la que tanto han bebido.
Tras un breve descanso, la ya comentada "Oculi Omnium in te Sperant Domine” abrió los bises e incluyó un apabullante solo de batería que nos sirvió para descubrir, por si no lo habíamos percibido con anterioridad, la enorme pegada de la bestia parda tras los parches, elemento fundamental en el trío y que conformó junto con Poti una base rítmica imponente. Mención aparte para José Ángel, virtuoso a las seis cuerdas, que hizo las delicias del público con un derroche de feeling, carisma y entrega. Para el final, nos brindaron otra increíble andanada stoner de su debut, "Solo", y, de colofón, las punzantes notas y afiladas guitarras del himno "Los Ángeles que Hay en mi Piel", ya con el público totalmente entregado, nos anunciaron aquello que ya habían cantado otros ilustres andaluces y que durante las dos horas que duró la actuación habíamos obviado, y es que, inevitablemente, todo tiene su fin Este último trallazo supuso un excelente epílogo, un broche final inolvidable a una velada redonda de una nave colosal, cuyo trayecto llega, tras algunas tempestades y unas cuantas batallas ganadas, a su estación final.
Long live VIAJE A 800!!!
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