
Over the Under, la tercera obra de la banda de Nueva Orleans (Lousiana) Down, se publicó en septiembre de 2007. El disco aparece cinco años después de su anterior trabajo, supone la vuelta a la escena musical tras un tiempo de silencio de uno de los pesos pesados del metal, Phil Anselmo, y constituye un gran paso adelante para el grupo, ya que de una vez por todas se deshacen de la etiqueta de proyecto paralelo, que les venía acompañando desde su debut de hace 15 años (NOLA), para convertirse en la primera opción de cada uno de sus miembros, hecho que ha contribuido muy positivamente al crecimiento de los sureños.
Antes de analizar con más profundidad el álbum, es importante comentar varios acontecimientos desgraciados que sacudieron personalmente a Phil Anselmo, así como a la banda y a su entorno, en los años previos a Over the Under y que son indispensables para entender su idiosincrasia:
Por un lado, tenemos el infame asesinato a finales de 2004 de Dimebag Darrell, gran amigo y compañero de Anselmo y con el que las relaciones estaban completamente deterioradas desde la triste disolución de Pantera en el 2003. La muerte de Darrell, unido a la corriente de opinión que se creó en su contra (prensa musical, familia Abbott) que le señalaban como el principal causante de este trágico suceso, afectaron muy profundamente al vocalista. Por otro lado, en el verano de 2005, el Huracán Katrina azotó Nueva Orleans, ciudad del batera y del frontman, dejando la zona totalmente devastada y llevándose la vida de, entre otros, varios amigos del grupo. A estos dos tristes sucesos, hay que sumarle los interminables problemas de Anselmo con sus adicciones y sus dolencias físicas, que finalmente le obligaron a pasar por el quirófano.
Con semejante panorama nos encontramos a este “monstruo” que un día autoproclamó a comienzos de los gloriosos 90 (a él y a su banda, y con toda la razón del mundo) como los más fuertes y poderosos del mundo, totalmente hundido y destrozado. Había tocado fondo y optó por desaparecer de la escena durante un tiempo.
Declaración de Anselmo al conocer la muerte de Dimebag Darrel
Sin embargo y cual Ave Fénix, un renovado Anselmo decide volver a la palestra y en 2007 reúne a la banda para una gira con Heaven & Hell y para la creación del álbum que ahora nos ocupa, un disco que rezuma una enorme emotividad, que nos muestra a unos Down más sólidos y compactos que nunca, con un sonido demoledor y un Anselmo enrabietado y furioso, con deseos de pasar página, no sin antes arreglar algunas cuentas pendientes con su pasado reciente.
Es evidente que el nuevo lp, sirvió de terapia general para la banda, y en especial para Phil, por fin limpio, revitalizado y más centrado que nunca, con una voz en la línea de sus discos anteriores con Down, incluso más “limpia” y armónica que antaño -más madura puntualizaría- (o la “magia” del estudio, también podríamos decir), y nos regala una interpretación excelente, cargada de matices, emanando una rabia contenida que explota en momentos puntuales Pero además de su rol a las voces, las letras que plasmó para el disco son otro punto álgido de la obra. Anselmo siempre las utilizó para soltar sus demonios personales, y aquí vuelve a mostrarnos su alma en letras cargadas de sentimiento y frustración, de rabia y arrepentimiento, unas letras en ocasiones emotivas y nostálgicas, iracundas y violentas en otras, en las que aborda de manera emocionante y sentida los sucesos tan desgraciados ya mencionados. Escuchad letra en mano “I Scream” o “Mourn” y sabréis de qué os hablo.

Y aunque sea su alma mater, no sólo de frontman vive Down, pues el resto de integrantes rayan igualmente a una gran altura. Por un lado tenemos una tremenda base rítmica, con Rex Brown y Jimmy “Power” Bowyer, dos honestos “obreros del metal”, que a la chita y callando hacen un trabajo sin alardes, pero contundente y preciso, sosteniendo la carcasa de este arrollador mastodonte que es Down. Además, los hachas Kirk Windstein y Pepper Keenan destripan una oleada de ritmos pesados y machacones (N.O.D., In the Thrall of it All, On March the Saints) incluyendo también melodías brillantes e infectas y algún que otro solo de bella factura (Beneath the Tides, Pyllamid). Especial mención para el líder de Corrosion of Conformity, que se curra (secundado por Anselmo) la mayoría de las canciones que, a su vez, siguen la tónica de NOLA y Down II: temas violentos, crudos y brutos, cargados de ritmos crujientes, herederos de la estirpe setentera inaugurada por el maestro de ceremonias Iommi, alternados con otras canciones en los que se dejan llevar por corrientes blueseras (Never Try) o incluso progresivas (Nothing In Return).
Por lo tanto, nos encontramos de nuevo con un álbum variado, donde explotan a la perfección esa ecléctica mezcla de sonidos hermanos, como el doom, stoner, sludge que, aliñados con esos toques grooves y sureños, le otorgan a Down una autenticidad e identidad propia, tan difícil de hallar en estos días. El disco agradece además la producción más pulida de la banda hasta la fecha, ya que el sonido sucio, la inmediatez y la espontaneidad que tan buen resultado dio en lps anteriores, y que apenas aflora ocasional y deliberadamente en éste (Pyllamid), dan paso a una producción exquisita y esmerada, que apenas deja lugar a la improvisación
“Not invited to cry out loud. I’m a brother, stone cold truth”
He de reconocer que, a pesar de que se ha convertido en uno de mis discos de cabecera de los últimos años, no es un disco accesible. Quiero decir con ello, que no te engancha a la primera escucha y uno de los motivos principales puede ser que no tenemos un single al uso, un tema-estrella como sí lo fueron Lifer, Beautifully Depressed o, sobre todo, Stone the Crow, temazos que ayudaron a introducirme en sus obras pretéritas. Esta ausencia de temas –diríamos- pegadizos (On March the Saints quizá da el pego) contribuye a que este lp se haga incluso más duro de digerir que Down II.
Teniendo esto en cuenta, considero que la grandeza de esta obra radica en su conjunto. Desde su inicio, con Three Suns and One Star y su comienzo gemelo a Children of The Grave con ese emotivo monólogo-homenaje a Dimebag y el brutal riff en el que desemboca, pasando por la melancólica Beneath the Tides, cargada de melodía y con una interpretación de Anselmo en la parte central del tema llena de sentimiento que me recuerda vagamente al añorado Layne Staley del Facelift, o la brutal Pyllamid introducida por ese precioso interludio llamado His Majesty the Desert, nos presentan una obra redonda, convincente y sincera, sin altibajos ni leches, donde te acaban atrapando tarde o temprano por la variedad de los temas, por el enorme talento y personalidad de Phil Anselmo y por la enorme calidad de las composiciones.
“ I miss my second home, adopted son doth mourn”
Otros puntos destacados de esta obra los encontramos en la contundencia musical y letrística de The Path, en el ritmo marcial de N.O.D., en el extraordinario feeling bluesero que desprende Never Try (de lo mejor del lp) donde hallamos al Phil más lisérgico del lp, en el sentimiento y la crudeza de la atronadora Mourn, un latigazo muy sludge en el que Anselmo habla de los días posteriores a la muerte de Dimebag o en la apoteosis final con Nothing in Return. Down nos regala una joya para nuestros oídos al cierre de cada disco, lo hizo en su debut con Bury me in Smoke y lo repitió en Down II con Landing on the Mountains of Meggido. Over the Under no iba a ser menos y nos presentan un temazo de casi 9 minutos, muy progresivo, que a medida que va avanzando, ve aumentada su intensidad y emotividad hasta estallar en un vibrante y apoteósico final en el que Phil brama una y otra vez el muy coreable “And when we walk away there will be no coming home”, que nos evoca la incomprensible y estúpida ruptura de una de las bandas más importantes de la historia del metal.
Y si bien esta obra no supuso la vuelta a su añorada “ segunda casa”, sí fue el retorno del escupitajo en la cara y del talento creativo, de la patada en el trasero y del carisma excepcional de un animal llamado Phil H. Anselmo que, acompañado por sus colegas fumetas, aporta un soplo de aire fresco y embriagador en la cada vez más aburrida y homogénea escena metalera del momento.