Tras su gira acústica de 2010,MARK LANEGAN volvía a visitar Madrid. En esta ocasión
presentaba su último y notable trabajo, Blues Funeral (4AD, 2012), con el que el
ex-SCREAMING TREES ha retomado su carrera en solitario aparcada tras la
publicación en 2004 de Bubblegum (Beggars Banquet, 2004) en beneficio de diversos proyectos de diferente
índole (ISOBEL CAMPBELL, SOULSAVERS, GUTTER TWINS, etc.). Sólo hace falta una
escucha al nuevo plástico para percibir como las diversas colaboraciones han
enriquecido la propuesta de Lanegan y cómo la deriva electrónica que ya se
entreveía en su anterior disco, se ve refrendada en su nueva propuesta. Aún
así, no pude evitar sorprenderme cuando al pinchar el plástico escuché los
cuasi discotequeros Ode To Sad Disco, Gray Goes Black.
Con estos mimbres bajo el brazo y acompañado de una eficinete banda, se presentó el de
Ellensburg en un atestado y acogedor Teatro Kapital, donde demostró una vez más
por qué la suya es una de las voces más destacadas de los últimos 20 años. Fiel
a su leyenda de músico maldito, Lanegan se mantuvo impasible y taciturno
durante la hora y veinte minutos que duró su actuación, en los que desgranó
verso a verso su miseria con esa voz tan inconfundible y torturada,
asido apáticamente a su pie de micro del que no se separó desde el inicio de la
velada con el aplastante Gravedigger's Song, hasta que se despidió de
todos nosotros con el no menos contundente y lisérgico Methamphetamine
Blues, que cerró el bis de tres cortes (Pendulum y Harborview
Hospital) que nos regaló.
Como era de prever, el set-list se orientó especialmente a Blues Funeral, del que pudimos escuchar
hasta ocho temas, destacando especialmente la conmovedoraSt. Louis Elegyy las rockerasRiot In My HouseyQuiver
Syndrome. Además, hay que reseñar que se atrevió con los temas más bailables de
su último lp, comoGrey Goes
Black,Tiny Grain Of Truth y,
sobre todo,Ode to Sad Discoen detrimento de piezas más íntimas y
crudas (Bleeding Muddy Waters, Phantasmagoria Blues o Deep Black Vanishing
Train), lo que para el que escribe fue una pequeña decepción. Por otro lado,
conCrawlspacehizo un guiño a la reciente publicación del lpperdidode SCREAMING TREES, creado a finales de los noventa, pero que no vio la luz de forma oficial hasta hace unos meses.
Me resultó realmente emotivo escuchar las sentidas interpretaciones de Creeping Coastline of Lights, One Way Street, Resurrection Song y One Hundred Days, cuatro de mis
canciones favoritas de su trayectoria en solitario. Los primeros lps que escuché de él fueron Field Songs (Beggars Banquet, 2001) y el antes mencionado Bubblegum, y eso pesa.
Para finalizar, comentar que el sonido en general fue
bastante correcto, la voz de Lanegan pletórica, si bien hubo algún momento al
poco de comenzar la velada durante la interpretación de Wish You
Well, en la que quedó enterrada bajo los instrumentos del resto de
músicos.
Como anécdota, una vez terminado el concierto, el músico firmó a la concurrencia todo
aquello que se le puso por delante: vinilos, cds, pósters, camisetas, etc.,
y tuve la oportunidad de intercambiar algunas palabras con él. Se mostró
afable y cercano, algo extraño si nos atenemos a la fama de cascarrabias que
gasta el amigo, llegando incluso a esbozar una sonrisacuando le deseé un cariñoso "Good luck and take care".
Viajar a la calurosísima ciudad andaluza de Córdoba en pleno mes de julio es una idea descabellada que no aparecería ni en la peor de mis pesadillas. Sin embargo, la visita de los legendarios ZZ Top a la antigua capital de Al-Andalus, suponía un caramelo demasiado goloso para mi paladar, una ocasión ineludible para ver a una de las grandes bandas de rock de todos los tiempos, aparte de que me permitiría arrancar una de esas espinitas que los rockeros/metaleros llevamos clavadas cuando no hemos presenciado en directo a bandas que hemos escuchado durante media vida.
Tras pasar por Barcelona y Madrid, el trío tejano era el encargado de poner el broche final a la XXXI edición del Festival de la Guitarra de la ciudad cordobesa, evento que año tras año convierte a la capital de la Mezquita en referente nacional e internacional del instrumento de las seis cuerdas y que, como viene siendo habitual, aparte de conciertos propone diversas ofertas, como cursos y talleres de guitarra, baile y flamenco, entre otras actividades.
Gracias al festival, han pasado por los escenarios cordobeses artistas de la talla de Chuck Berry, B.B. King, Gary Moore, John Mayall, John Fogerty, Paco de Lucía o Manolo Sanlúcar, por poner algunos ejemplos. Y si el año pasado el representante del rock más cañero fueron Deep Purple, en este 2011, en el que el presupuesto del mismo se había visto supuestamente recortado en un 50%, los organizadores hilaron muy fino y tuvieron la brillante idea de elegir a ZZ Top como estrellas de un cartel, para regocijo de todos los seguidores de ‘That Little Ol’ Band From Texas’, como ellos mismos se autodenominan.
El emplazamiento elegido para la actuación de los barbudos más famosos del mundo fue el Teatro de la Axerquía, un recinto al aire libre con forma de anfiteatro en el que nos congregamos alrededor de 4000 personas de distintas generaciones.
Con una puntualidad británica, el trío tejano hacía acto de presencia sobre la tarima del Axerquía. Billy Gibbons y Dusty Hill, ataviados con una especie de poncho mejicano decorado con lentejuelas, aparte de sus gafas de sol y sombrero, y Frank Beard, retrepado tras su impresionante batería adornada con calaveras, acometieron a las 11 en punto de la noche Got Me Under Pressure, perfecta carta de presentación de un más que previsible set-list que prácticamente no han variado en los últimos años. Tras el opener, por cierto primera joyita que sonaría de su mágica obra Eliminator (1983), llega el turno de echar la vista atrás a los setenta, pues nos encontramos con las clásicas Waiting For The Bus y Jesus Left Chicago, tracks que van de la mano y que dan inicio a su mítica tercera placa (y favorita del que escribe) “Tres Hombres” (1973) y para la que, despojados ya de los ponchos, bajista y guitarrista nos comenzaron a regalar sus clásicas y conocidas poses que hacen las delicias del respetable y muestran la complicidad de unos tíos que llevan tocando juntos 40 años. Desde este momento, observamos que la voz de Gibbons, obviamente no se encuentra en su mejor estado (61 años lo contemplan), sin embargo su interpretación es cuanto menos correcta, mientras que su arte a las seis cuerdas sigue intacto, la magia que desprende es cautivadora y nos brinda una lección magistral de cómo se debe tocar una guitarra.
Apoyados por una pantalla donde aparecen fundamentalmente vídeos de la banda e imágenes femeninas, la actuación seguía su curso con esa mezcla explosiva de rock sureño, hard, boogie y blues con la que ZZ Top se ha granjeado una de las reputaciones más sobresalientes en la escena rockera. Se suceden Pincushion, la macarra I’m Bad, I’m Nationwide y el atronador cover de Willie Brown Future Blues , para la que Gibbons solicita ‘Un sombrero de bluesero “ que le es entregado por dos bellísimas señoritas vestidas de un rojo hipnotizante.
¡¡Qué elegancia!! Este fue el término que me repetía una y otra vez mientras interpretaban el siguiente tema, nada más y nada menos que la deliciosa Cheap Sunglasses y más en concreto, al observar el feeling y la clase que desprendía el as de las seis cuerdas. Tras la oda a las “gafas de sol baratas”, la banda se marcó un notable medley de My Head’s In Mississippi y I Need You Tonight, antes de homenajear a Hendrix con la manida Hey Joe (si hay alguna banda que no la haya versionado alguna vez que levante la mano!!!!) . Una vez finalizado el guiño al mago zurdo, Gibbons se descuelga con el inicio bluesy de Brown Sugar (el tema con el que comenzó su larguísima trayectoria), para acometer a renglón seguido uno de los momentos del concierto (al menos para mí), cuando el menudo guitarrista nos destroza literalmente con el riff principal del tema.¡¡¡ Si no mueves la cabeza con este ritmo que te marcan los forajidos texanos no tienes sangre en las venas, man!!!
A todo esto, Gibbons y Hill no paraban de hacer sus características coreografías y poses, mientras que Beard, consciente de su segundo plano, seguía aporreando su kit como si de un martillo pilón se tratara y como si la vida le fuera en ello. La base rítmica es impecable, Hill y Beard se hallan compenetrados totalmente (toda una vida juntos!!!) y no necesitan hacerse ni un solo guiño cómplice en todo el concierto. Una muestra más de que la banda es una maquinaria perfectamente engrasada, aparte de que se aprecia perfectamente que disfrutan sobre el escenario.
Con Party On The Patio, todo un ejercicio de old rockn’roll con mayúsculas con Hill a las voces, la caña continúa su implacable caminar en la noche cordobesa, porque señoras y caballeros, lo que se avecina solamente recordarlo me quita el hipo: tengo grabado en mi retina el momento en el que el señor Billy Gibbons agarra por primera y única vez en toda la noche su Gibson Les Paul y la banda se lanza a por otro de sus clasicazos, la impagable Just Got Paid, sin duda otro de los momentos más destacados del concierto con otro aplastante riff y maravillosos slides marca de la casa “Gibbons”.
Tras clavar uno de los temas estrella de Rio Grande Mud (1972) y de toda su discografía por qué no decirlo, llega el turno de darle brillo al que quizá sea su disco más conocido y nada mejor que Gimme All Your Loving, Sharp Dressed Man y Legs para rescatar a “Eliminator”, lp con el que los tres tejanos iniciaron su época de experimentación con los sintetizadores. Para la ocasión, los vídeos de los hits se reproducen íntegramente en la pantalla acompañando la descarga del trío, mientras que para “Legs”, Hill y Gibbons utilizarían las extravagantes guitarras-peluche que aparecen en el vídeo del tema. Espectacular.
Con esta trilogía de ensueño, nuestros barbudos más queridos se marcharían al backstage, del que saldrían en breves minutos para cerrar su descarga con las majestuosas La Grange (pequeña jam incluida) y Tush, con las que dejaron al público, me dio la impresión, plenamente satisfecho tras aproximadamente hora y media de rock de alto octanaje.
Personalmente me hubiera gustado que se hubieran extendido diez o quince minutejos más, (total, por pedir…) y que hubieran entrado en el repertorio himnos como Beer Drinkers and Hell-Raisers, Precious And Grace o Arrested For Driving Blind. De todos modos, fue una enorme y gratificante experiencia ver a los norteamericanos que nos brindaron un espectáculo brillante, lleno de chispa (a pesar de que entre los 3 suman casi 200 años), talento y profesionalidad, una descarga aplastante llena de grandes momentos para el recuerdo que ni el insoportable e infernal calor de la preciosa ciudad cordobesa consiguió empañar.
Espero y deseo que vuelvan más pronto que tarde por nuestro país y al mismo tiempo que de una vez por todas se decidan a terminar ese disco que tienen a medio grabar con Rick Rubin, me apuesto mis barbas postizas a que el lp que saquen puede ser el trabajo discográfico de la década. ¿Alguien da más?